El 2 de Octubre Imaginario

Esta fecha es y será siempre un referente en la historia de nuestro país. Aspectos positivos y negativos se desprenden y se seguirán desprendiendo de esa tarde en la plaza de las 3 culturas. Mitos y leyendas, versiones más o menos aproximativas a lo que sucedió. Justificaciones oficialistas, un enorme botín político para algunos opositores, un parteaguas en la conciencia de la realidad política del momento, y un punto de quiebre, muy inicial, de lo que sería la nueva forma de relacionarnos con nuestra democracia, con los derechos humanos, con el monopolio del estado para ejercer el uso de la fuerza pública.

Las imprecisiones sobre lo que sucedió ese día se derivan de una falta de información documental y concluyente (¡imaginemos el 2 de octubre en la era de los smartphones!). La escasa capacidad de documentación y los pocos videos y fotografías que existen siguen manteniendo los hechos del 2 de octubre en un imaginario colectivo que le ha permitido representar la verdad más conveniente a los ojos del interlocutor.

Yo pertenezco, como la mayoría de los que hoy vivimos en este país y en esta ciudad, a una generación que no vivía en esa época pero que hoy comprendemos la importancia del hecho. Hemos crecido con la idea de que el 2 de octubre representa el primer paso en un largo y tortuoso camino hacia la democracia y contra el autoritarismo, aunque este haya perdurado en nuestro país por por lo menos treinta años más, y que para algunos aun se perpetúa. La matanza de Tlatelolco es a la democracia del México moderno, lo que en la conciencia histórica del país, el grito de Hidalgo es a la Independencia. Aun si la Independencia se materializó once años después y por actores y razones muy ajenas. Aun si la alternancia democrática tuvo que esperar más de un cuarto de siglo y, nuevamente, un contexto muy alejando al de 1968 para lograr lo suyo.

Es indiscutible la falta de certezas con relación a la tarde del 68. El dato más objetivo que podríamos tener para establecer su “magnitud”, que es la cifra de muertos, oscila entre los 20 (versión oficialista) y asciende a más de mil. Es decir, dependiendo quien describe estos hechos, tenemos un rango de “apreciación” de lo que sucedió aquel día de 20 a 1,500. Incluso las versiones más serias reducen este rango de los 4o a los 350 muertos. Sigue siendo enorme.

Observar los hechos desde esta perspectiva no tiene como intención minimizar o cuestionar la atrocidad. Suficientes errores se cometen en la interpretación de la historia con criterios del presente. Al contrario. Para mi lo que de aquí se desprende es la posibilidad interpretativa y la profundidad que estos episodios han impactado en nuestras vidas.

El caso que me llama hoy la atención tiene que ver con una de las víctimas oficialmente reconocidas, un libro, un autor, y otra vertiente del mito: Regina.

En 1989 Antonio Velasco Piña publicó “Regina, dos de octubre no se olvida”. Este libro describe a una de las víctimas del 68, Regina Teucher Perez. El libro de Velasco Piña relata la vida de Regina, como una gran mística, educada en el Tíbet y China. Una iluminada que regresó a México para despertar la conciencia sobre nuestras raíces y nuestra Mexicanidad perdida. Velasco Piña ha mencionado que él conoció personalmente a Regina, esa Regina que se ofreció en sacrificio para completar el número de caídos que el ritual requería.

Hay otra Regina (¿La misma?) que sí figura entre las víctimas oficiales de la masacre. Ana María Regina Teuscher Krüger. Joven de 19 años, de padres germano-mexicanos. Estudiante del Colegio Alemán, y de la carrera de medicina de la UNAM. Una víctima inocente de aquella tarde que nadie esperaba.

La familia de Regina ha mostrado su aberración a lo que Velasco Piña y el grupo de seguidores de su historia han querido construir sobre la muerte de su hija-hermana. Incluso Elena Poniatowska deslinda a la joven de las “fantasías” de Velasco Piña en este articulo. Las coincidencias son demasiado grandes si se habla de la identidad de la persona. Las historias son absolutamente contrarias. En una existen hechos, testigos y datos concretos. En la otra la capacidad descriptiva de un autor. Incluso en la presentación de uno de los libros, la hermana de Regina recriminó en persona a Velasco Piña el lucro obtenido con la identidad “robada” de su hermana. Él sólo respondió: “Existen varias Reginas”.

Así es, y existen varios 68. Aunque haya sido sólo una tarde, en el mismo lugar y con las mismas personas.

La respuesta de Velasco Piña me intriga. Pues no dice “hay otras Reginas” o “No hablo de ESA Regina”. Su respuesta es “Existen varias Reginas”. Como si pudiera esta frase argumentar “Existen varios Velasco Piñas, o existen varias Elenitas Poniatowskas, o existen varias realidades, las factuales, las múltiples históricas, las espirituales, las paralelas, las que se pueden acceder con la imaginación”.

Al final creo que el lucro de la masacre no es exclusiva del escritor. Basta con revisar algunos de los “prominentes” próceres de la ideología de la izquierda mexicana. Lo relevante es la capacidad de traducir un hecho en función de la intención individual, y el mensaje que puede recibir la colectividad.

Lo que me parece importante de esta historia no es concluir sobre una verdad concreta. Ya lo mencioné al inicio, esa tarea es imposible. No sólo en lo que sucedió el 2 de octubre, si no en casi cualquier episodio relevante de la historia, de la política e incluso de la vida de todos los días. Lo que me parece interesante es poder comprender qué es lo que sucedió más allá de los hechos lineales. La postura fácil y racional es desacreditar a Velasco Piña y simpatizar con la familia de la víctima. En mi perspectiva, lo que Velasco Piña ofrece es una ventana diferente para comprender con una mayor profundidad el origen y el impacto de los hechos.

Para poder acceder a esa otra forma de leer una verdad, es necesario comprender, o al menos hacer un intento, que la realidad que podemos observar siempre estará limitada a nuestra posición como observadores. Que la verdadera verdad (sí, la verdadera verdad) va mucho más allá de la construcción lógica de hechos, testimonios y pruebas que dejen satisfecho a nuestra razón. Que la linea entre la realidad y la imaginación, que hemos sido instruidos en delimitar con una gran muralla, es mucho menos rígida y que basta con recordar episodios de nuestro propio pasado individual para llegar a varios puntos donde nos es difícil discernir entre lo que realmente sucedió, lo que nos han dicho que sucedió, y lo que nos imaginamos que sucedió. No nos damos cuenta que, tanto en lo individual como en lo colectivo, muchas veces caemos en la trampa de pensar que nuestra realidad está construida únicamente con hechos fehacientes, y que poco tenemos que ver con nuestros propios procesos imaginativos.

El mejor ejemplo que puedo pensar en este sentido es la versión de Saramago sobre la vida de Jesús en su “Evangelio según Jesucristo”. Sin tener necesariamente el “valor” de un documento “histórico”, el controvertido libro del Portugués explora, desde el conducto incuestionable de su imaginación, una (una de varias) realidad del personaje que cambió al mundo.

Al final, creo que la mejor manera de honrar mi postura sobre el 2 de octubre es leer a Velasco Piña, conocer a esa existencia de Regina que él ha decidido relatar y encontrar en su verdad una postura que me ayude a construir(me) una mejor verdad.

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