El problema del país: Una terrible desigualdad social y un mediocre desempeño económico que se ha transformado en una mala calidad de vida para la gran mayoría de la población. Los componentes de Educación y Civilidad se ven comprometidos por un sistema educativo secuestrado, burocrático y con los objetivos incorrectos. Un orden jurídico que, en su compleja paranoia, parece favorecer la discrecionalidad de la aplicación de la ley. Finalmente, la mediocre división de poderes nos ha impedido salir de un orden de gobierno autoritario y sin contrapesos.
Reto a cualquier persona a resumir la problemática del país de una manera más completa en el mismo número de caracteres. (*Se siente profundamente orgulloso del párrafo anterior, al grado de que se la quiere mandar a su abuelita)
Regresando a la seriedad, aun en este esfuerzo de comprender de manera muy pragmática la realidad, es imposible no viajar de un problema a una causa, que a su vez tiene otra causa, que a su vez se deriva de un problema. Si no entendemos La Problemática (con mayúsculas) como una telaraña donde los nudos son causas fundamentales que se entrelazan entre si, y que tienen puntos de inflexión en manifestaciones diarias del problema, entonces encontrar las soluciones será igual de complejo que buscarle salida a un laberinto cerrado.
Tengo la sospecha, que quiero ir desmenuzando, de que esos verdaderos nudos no son los que todos creemos. O dicho de otra forma, los adjetivos no son suficientes para explicar sus causas y sus posibles soluciones. Pongo un ejemplo. Es casi ya un lugar común decir “los políticos son corruptos, en gran medida porque no hay consecuencias”. La premisa es innegable. En eso estamos todos de acuerdo. Pero ¿Qué más? ¿Qué hay detrás de esta idiosincracia corrupta a la que siempre nos referimos como país? ¿Somos así por ADN, o por decisión, o por ignorancia? No lo creo. Quiero pensar en que existen causas, en diferentes ámbitos que nos han llevado aquí. Causas desde un diseño institucional sustentado en la desconfianza, hasta una auto-percepción de los cuadros más corruptos de que NO lo son. Es decir, ¿Todos los políticos que son corruptos, se sienten corruptos? y si no, ¿Porqué?
Con esto no busco justificar. Sino entender más atrás. Es claro que todos se solapan, y comparten el negocio. Pero ante un negocio tan jugoso, ¿Porqué no existe una regeneración sistemática de los liderazgos políticos? La lógica diría que donde hay más dinero, mejor talento es atraído. Claramente este silogismo no aplica en la política. ¿Entonces?
Ayer tuve una plática sobre estos temas. Es increíble el nivel de frustración que alcanzan estas discusiones cuando se llega al punto de pasar del diagnóstico al plan de acción. Se llega siempre al famoso americanismo “Catch 22″que resume la paradoja a la hora de querer plantear decisiones:
“A catch-22 is a paradoxical situation from which an individual cannot escape because of contradictory rules. Catch-22s often result from rules, regulations, or procedures that an individual is subject to but has no control over because to fight the rule is to accept it. Another example is a situation in which someone is in need of something that can only be had by not being in need of it. One connotation of the term is that the creators of the “catch-22″ have created arbitrary rules in order to justify and conceal their own abuse of power.” (Vía Wikipedia http://en.wikipedia.org/wiki/Catch-22_%28logic%29)
Admitir la naturaleza paradójica del posible camino hacia las soluciones, nos puede permitir vislumbrar otros caminos. Atacar diferentes frentes. Ocasionar cambios que no caigan en la lógica de la propia expectativa que se tiene del cambio. Y así, quizás, logremos un resultado diferente.
Aquí me gustaría escribir sobre esos aspectos. Los no obvios. Los fundamentos de un diseño institucional que fomenta la no institucionalidad. La importancia de comprender los mecanismos que justifican la corrupción, renombrando a la corrupción misma. Revelar las virtudes de entender el cambio político en la tenaza top-down, bottom-up y porqué deberíamos de participar mucho más en las elecciones de jefe de manzana. Destilar el para qué de la educación, más allá de sus objetivos utilitarios, y comprender la profundidad y permanencia que estos nuevos fundamentos puedan impactar en La Problemática.
Comentarios y sugerencias siempre bien recibidas.